23 octubre 2016

El abismo de la depresión.

BY enformacondios IN No comments


Me anime a escribir desde lo vivido en mi depresión en los últimos meses. 

La depresión es una enfermedad y no es optativa y mata cada día más personas que el cáncer, la verdad es que no hay un porqué… El porqué es muy simple: tenía depresión. Lo más importante es entender esta enfermedad y prestarle ayuda oportuna a familiares, amigos, compañeros de trabajo y sobre todo entender al depresivo. TÚ puedes salvar una vida.

Yacía en mi cama helada, con mis persianas y puerta cerradas, mirando hacia el techo… llorando por el hecho de estar demasiada asustada para iniciar mi día y para ducharme; sabiendo, al mismo tiempo, que no hay nada que temer de una ducha. Contaba los pasos que debía dar: mueves las piernas y apoyas los pies en el suelo, te pones de pie, te diriges al cuarto de baño, abres la puerta, caminas hasta el borde de la ducha, abres la llave, te metes bajo el agua, te frotas con jabón y champú, te sales, te secas, vuelves a la cama. Doce pasos que para mí resultaban abrumadores. En ocasiones rompía a llorar, no solo por lo que no podía hacer, sino por el hecho de que no poder hacerlo me parecía decididamente estúpida (...)”.estar deprimido no es sentirse triste o pesimista, sino es un estado en el que simplemente vivir duele y las tareas más sencillas como ducharse, comer, conversar y comenzar el día parecen titánicas.

La depresión, insisto, no es pena, no es preocupación, no es ‘andar bajoneado’. Es, más bien, una profunda pérdida de vitalidad. “La depresión mayor altera el sueño, los apetitos y la energía, aumenta la sensibilidad al rechazo y puede acompañarse de una pérdida de la confianza en sí mismo y del amor propio. (...) Se trata de una fuerte sensación paralizante, cargada de un sentimiento de inminencia: los depresivos utilizan todo el tiempo la expresión ‘estar al borde de un abismo’ para indicar el paso del dolor a la locura (...)”

Y es que a pesar de todo lo que se ha escrito sobre depresión, la gente sigue pensando que es solo tristeza o una pena profunda y larga, pero no una enfermedad que puede ser invalidante”.



“Pero más allá de esto está la idea subyacente de que las enfermedades psiquiátricas en su conjunto son algo que la gente puede superar por sí misma, como si no fueran realmente enfermedades”

Es así porque aún sabemos poco sobre su bioquímica y origen. Pero también porque todos han pasado por momentos en los que sienten lo mismo que una persona deprimida; se han sentido mal consigo mismos por algunas horas, pero luego logran recomponerse. Otras personas pasan por estas sensaciones día tras día, semana tras semana, mes tras mes. Y las personas que sí han logrado recomponerse no entienden qué tan profunda y física es la experiencia de la depresión; no dimensionan cómo, para los afectados, es realmente imposible salir adelante por sí mismos.

Según la OMS, el 75 por ciento de los pacientes que han tenido depresión volverán a tenerla a lo largo de su vida. Por tal razón, la depresión debiera ser considerada una enfermedad crónica y recibir tratamiento permanente, tal como la diabetes.

“La depresión es una batalla extenuante. Una vez que la reconoces, requiere control de por vida. Hay gente que se deprime una vez, se recupera y nunca más vuelve a enfrentar esta enfermedad. Pero la mayoría de las personas que se deprimen una vez vuelven a deprimirse, y quienes lo hacen dos o tres veces más tienen muchas probabilidades de repetir el problema, a menos que reciban un tratamiento exitoso que les permita romper ese ciclo”.

“Uno no escucha a una persona que tuvo un ataque al corazón decir que dejó los medicamentos por un rato; sabe que si lo hace podría volver a tener otro ataque. Pero sí oyes todo el tiempo a personas que cuentan que estuvieron deprimidas y decidieron controlar el tema por sí mismas, o que dejaron los fármacos porque ya se sentían mejor, y luego tienen grandes recaídas. No hay que exponerse continuamente a esto; mientras más depresiones tengas, más difíciles serán de tratar. La gente cree que es fuerte al dejar a su terapeuta o sus medicamentos, pero no están siendo fuertes o valientes, lo que son es unos necios”.

Mucha gente se resiste a tomar medicamentos o está en contra de ellos por otro tipo de razones...

Yo no quiero obligar a nadie a tomarlos. Mi experiencia es que son extremadamente efectivos y que pueden hacer una diferencia. La gente que ha decidido no ingerirlos ha tomado una decisión, y es su responsabilidad. Pero muchas veces esta decisión viene de un miedo que me parece irracional; es una ansiedad basada en prejuicios. Actúan como si tomar un medicamento fuera como dar un paso adelante sin retorno. Yo pienso que es mejor probar y ver.

Yo propongo una fórmula basada en el amor, en el amor de Dios, psicoterapeuta, y pastillas. Lo que yo digo es que, en mi caso, fue útil tener un buen terapeuta, fue útil tomar medicamentos y fue bueno haber tenido la fortuna de contar con una familia y un grupo de amigos en Cristo que me dieron mucho apoyo. El amor es un sostén fuerte, y sobre todo el amor de Dios y cuando no lo tienes, salir de una depresión es más difícil.

Pero no siempre es fácil estar cerca de un depresivo. El enfermo muchas veces se retrae a tal punto que construye a su alrededor una barrera impenetrable, infranqueable...

Los depresivos suelen sentir que la interacción con otros es demasiado desgastante. Pero lo peor que los demás pueden hacer es dejar que se aíslen, porque en soledad es cuando estas personas más se hunden. Si el depresivo no quiere conversar, simplemente hay que sentarse a su lado en silencio. A veces ni siquiera toleran eso; entonces hay que instalarse afuera, al lado de la puerta. No puedes irte, tienes que mantenerte involucrado y asegurarte de que el enfermo sienta, sepa que es amado, con depresión o sin ella.

En mi caso personal, ¿qué sentido encontré a todo este sufrimiento?

La depresión me ayudó a ser más sensible, a entender mejor a los otros. Comprendo ahora que el funcionamiento normal de la mente puede ser interrumpido por una enfermedad que te puede hacer actuar de maneras en las que quisieras no actuar, y eso me hace perdonar las alteraciones en los demás. Me ayuda a entender que los cambios de humor en mis hijos y mis semejantes, no están necesariamente bajo su control y que su conducta debe ser entendida en un contexto. Agradezco a Dios cada día en el que me levantaba cada día con la oración diaria, rezo del Santo rosario y la eucaristía. Hoy me siento bien, porque sé cuán doloroso puede ser existir. Y estoy dispuesta a compartir experiencias con quien ha pasado por algo parecido o sin necesitan ayuda, acá estaré para ustedes con el mayor gusto servirles en el nombre de Cristo Jesús. Este artículo continuará.

Con este test podrás averiguar si tu equilibrio emocional está en peligro y/o tienes 
síntomas de depresión, o si únicamente atraviesas por momentos difíciles que te han hecho perder la alegría y la ilusión.

1. Mi estado de ánimo es

Por lo general bastante positivo.

Me causa un auténtico sufrimiento, pues me siento triste la mayor parte del día.

Últimamente me siento algo triste o melancólico.
2. Respecto a mis planes de futuro...

No espero nada de ellos.

Intento ser cauto, pero los miro con optimismo.

Me siento algo desanimado respecto a cómo me van a ir las cosas.
3. Respecto a mis objetivos en la vida

A pesar de que no hayan podido cumplirse todos me siento bastante satisfecho.

Pocas cosas de las que he hecho han merecido la pena

Me siento un auténtico fracasado como persona.
4. Mi día a día…

Está lleno de anécdotas; unas buenas y otras malas.

Me aburre muchísimo y nada me interesa.

Últimamente despierta menos interés para mí.
5. Cuando miro hacia atrás y pienso en las decisiones que he tomado o en todo lo que he hecho…

No me arrepiento de cómo he actuado estos años. Si me he equivocado, ese error me valdrá para aprender.

Me siento culpable por muchas cosas. No valgo nada.

Estoy arrepentido de gran parte de las cosas que he hecho.
6. Cuando me comparo con otras personas…

A veces gano yo. Otras ganan ellos.

Siempre salgo mal parado; la mayoría de la gente es mejor que yo.

Me doy asco .
7. En las dos últimas semanas…

He llorado prácticamente todos los días.

Lloro mucho más que antes; casi la mitad de los días.

No he llorado sin ningún motivo aparente.
8. En lo que respecta a mis relaciones sociales…

Mi interés hacia las mismas no ha sufrido ninguna variación.

Me intereso por los demás pero menos que antes.

He perdido el interés por relacionarme con la gente. No me apetece.
9. En lo que respecta a mis hábitos de sueño…

Me despierto antes o en mitad de la noche y me cuesta volver a dormirme.

Duermo como siempre.

Duermo mucho más que antes o no pego ojo.
10. Respecto a mi apetito…

No me apetece comer nada o no paro de comer.

Ha variado un poco; como más o no como a penas.

Es igual que siempre.
11. Respecto a mi capacidad de trabajo y energía…

Las cosas me cunden como siempre; ni más ni menos.

Estoy tan cansado que soy incapaz de hacer nada.

Siento que mi rendimiento ha disminuido algo sin motivo aparente.


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